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Unos siete superiores y una decena de clérigos sabían de las violaciones del jesuita español Pica

LA PAZ, 3 May (NÓMADA NEWS/TOMADO DE ABI).- “No puedo decir absolutamente nada. Lo siento mucho”, respondió el jesuita catalán Marcos Recolons al periodista Julio Núñez, de El País de España, sobre las violaciones que cometió a al menos 85 niños el jesuita español ya fallecido Alfonso Pedrajas, Pica, durante su estadía en Bolivia que se prolongó por 17 años.

Recolons, fue, en palabras de Pedrajas, un “amigo” al que “le contó todo”.

Así lo detalla Núñez en su artículo “Diario de un cura pederasta: ‘Hice daño a demasiados’”, publicado el 30 de mayo y elaborado a partir de las memorias que dejó el jesuita español y de testimonios de cinco de las víctimas de los abusos que se cometieron, la mayoría, en el colegio Juan XXIII de Cochabamba.

“En el diario escribe el esquema que siguió para contárselo todo a un amigo, el jesuita catalán Marcos Recolons. Utiliza palabras clave para citar tanto los delitos de pederastia como su homosexualidad: “Represión religiosa”, “F. sin consentimiento”, “no veía consecuencias de todo aquello”, “casos aislados”, “gran interrogante: ¿pecado?”.

Núñez refiere en su artículo que se contactó con Recolons para que dé su versión. La llamada la hizo mientras el jesuita catalán preparaba un viaje por las comunidades indígenas del río Sécure.

“Su relación con el jesuita, se ha limitado a decir, era la de un acompañante espiritual. Todas las conversaciones que tuvieron, defiende (Recolons), están bajo secreto de confesión: ‘No puedo decir absolutamente nada. Lo siento mucho’”, cita la publicación.

Al igual que Recolons, otros superiores y clérigos conocían de las violaciones a infantes que cometió el jesuita Pedrajas. El País cita al sacerdote José Arroyo (+), al psicólogo salesiano Ángel Tomás García (+), al jesuita Luis Tó, al provincial Ramón Alix y al teólogo Óscar Uzín (+).

El diario español refiere que Pica viajó a España en 1978 para la tercera probación de sus votos, etapa final de la formación de un jesuita. Allí, en un centro de la compañía en Alcalá de Henares, habló sobre los abusos sexuales con su instructor, el sacerdote ya fallecido José Arroyo, el mismo que unos años antes también dirigió para ese mismo examen a Jorge Bergoglio, actual papa Francisco.

En el diario – señala Núñez – no hay constancia de cómo fueron esas conversaciones que ambos mantuvieron, pero Pica sí escribe las opiniones del instructor al respecto, en las que despoja las agresiones de la dimensión moral, y también sus recomendaciones.

No debe nombrarlo en las confesiones y no considera que tenga que abandonar la docencia. En ningún momento le aconseja que deje de agredir a los menores. Algunas de las anotaciones sobre esto son: “No sentirme pecador arrepentido”, “en el futuro no pasará nada”, “(son) casos aislados”.

Durante la última etapa al frente del colegio, entre 1984 y 1989, Pica cuenta que confesó a otros sacerdotes este “pecado”. Junto a estas anotaciones, incluía valoraciones de sus superiores ante un posible ascenso como provincial. Todos destacaban su entrega a los pobres, pero también varios defectos: “Es manipulador” y tiene “ciertas filias y fobias (no del todo dominadas)”. Ninguno cita que abusa de menores.

El jesuita pasó la primavera de 1997 en Valencia y aprovechó para verse en varias ocasiones con un psicólogo, el salesiano Ángel Tomás García, al que le contó todo. En sus memorias hace anotaciones de su informe psicológico, de las consecuencias que Tomás le advierte que habrá si sigue abusando de menores y de las estrategias que tenía que poner en marcha para evitarlo: “Ver dignidad de esos indefensos. Algún día se sentirán utilizados, manipulados”, “cortar radicalmente”, “evitar complejo y sentimiento de culpa”.

(Tomás falleció en 2007, en la comunidad de San Antonio Abad de Valencia. No hay constancia de si denunció al jesuita pederasta ante la policía, como le obliga el código penal. Este religioso, además de crear un gabinete de orientación psicopedagógica en varios centros salesianos valencianos, fue superior de la orden entre 2000 y 2006).

En 1999 aparece en su diario el jesuita Luis Tó. Otro sindicado de ser pederasta, que fue trasladado por la orden desde España, una historia que este diario destapó en 2019.

Luis Tó formaba parte del claustro del colegio San Ignacio de Barcelona. A comienzos de los noventa, la Audiencia Provincial de Barcelona le condenó a dos años de cárcel por abusos. Sin antecedentes, no pisó la cárcel y la orden lo trasladó a Bolivia. Era 1992.

Pica da a conocer en sus memorias que ambos se conocían. En la ciudad de Copacabana, en 1999, escribe que solo Luis Tó le dio la enhorabuena por un libro que acababa de publicar durante la presentación del volumen ante la comunidad religiosa. Lo cita varias veces más, y aunque nunca anota nada sobre su pasado como pederasta, deja entrever que la mayoría de los jesuitas de Bolivia no están cómodos con su presencia.

En otro pasaje de su diario, el jesuita cuenta que recurrió a superiores y amigos dentro de la Iglesia. A su provincial, Ramón Alix, le reconoce que necesita “ser acogido” y le admite: “Esta necesidad de ser amado me llevó años atrás a buscar cariño donde no era conveniente. Ahora me queda, como resaca, un problema intermitente…”.

El 3 de febrero de 2008 deja evidencia de las conversaciones con Alix: “Otra reunión-homenaje que estaba planificada en La Paz anteriormente la suspendimos a última hora. Alguien había insistido en la vieja denuncia a Ramón (Alaix, su provincial). Ramón se asustó. Incluso habló de enviarme a España. Lo frené como pude y hasta ahora no me ha dicho nada de lo que se comprometió: hablar con el interesado de nuevo y pedirle perdón».

En la lista de personas a las que recurrió se encuentra Óscar Uzín, un prestigioso teólogo ya fallecido. Pica se sentía cómodo con él. Lo describe como un clérigo, con “una vida gay plena”, y que “ha dejado de creer en Dios”. Uzín le trata bien y no le juzga. Solo le aconseja, “sin escandalizarse”, que no abuse de menores.

Ese era el común de sus recomendaciones que Alfonso Pedrajas, Pica, recibía.

“Su diario son las memorias de un pederasta. También la prueba de cómo la Iglesia toleró estos delitos dentro de sus muros e impuso, por norma, el encubrimiento. Lo reconoció el propio Pica: ‘Lo conté tantas veces…’”, denuncia Núñez en su escrito.

A tono, la Asociación de Antiguos Alumnos del Colegio Juan XXIII (Cochabamba) denunció “el encubrimiento” por parte de la Compañía de Jesús de los delitos que cometió Pedrajas.

“Denunciamos el encubrimiento por parte de la Compañía de Jesús, que tenía pleno conocimiento, no solo por las reiteradas confesiones de Pedrajas Moreno a los provinciales catalanes y sacerdotes de dicha institución, sino por las denuncias interpuestas por los estudiantes en diferentes momentos por lo que en todos los casos fueron expulsados del colegio”, dice el pronunciamiento de la Asociación de Antiguos Alumnos del Colegio Juan XXIII.

Tomando nota de los hechos, el procurador general del Estado, Wilfredo Chávez, informó que realiza las gestiones para solicitar información a cinco instituciones para documentar una denuncia penal contra los encubridores del jesuita español.

Se realiza las gestiones para solicitar toda la información de estos casos de pederastia a la Conferencia Episcopal Boliviana, a la Compañía de Jesús, a la Cancillería del reino de España, al periódico español de El País y al Ministerio Público de Bolivia.

Mientras que la Compañía de Jesús, que dio una postura solo después de que El País reveló las denuncias de pederastia, dijo sentirse “avergonzada”; pidió perdón y suspendió a cuatro jesuitas que fueron provinciales en esa época, después de más de 40 años de ignorar las denuncias.

“Pedimos perdón por el dolor causado”, señala un comunicado oficial de la orden en el que se asegura que se tomó la decisión de investigar los casos con una comisión de peritos que está actuando desde 2022 y crear una esperanza de justicia para las víctimas “cuya situación nos ha avergonzado y causa indignación y tristeza”.

El procurador señaló, a su vez, que “obviamente, el principal responsable ya no vive, pero existen personas que han conocido y en su momento han encubierto y hay que dar con esas personas para que tengan su sanción penal. Paralelamente, buscar la reparación de las víctimas, que es algo natural”.

En tanto, la ministra de la Presidencia, María Nela Prada, pidió a la Iglesia católica un “pronunciamiento contundente” respecto al caso de pederastia, que hasta el momento no ocurre.

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