El Papa ha lamentado que -como le sucedió a Jesús- haya una humanidad «insaciable de dinero, poder y placer» y no le haga sitio «a los más pequeños» y que los niños sean «devorados por las guerras, la pobreza y la injusticia»
ROMA, 24 (EUROPA PRESS).- El Papa ha lamentado que -como le sucedió a Jesús- haya una humanidad «insaciable de dinero, poder y placer» y no le haga sitio «a los más pequeños» y que los niños sean «devorados por las guerras, la pobreza y la injusticia» .
«¡Cuántas guerras! Y en tantos lugares, todavía hoy, la dignidad y la libertad se pisotean. Y las principales víctimas de la voracidad humana siempre son los frágiles, los débiles», ha denunciado.
Así lo ha puesto de manifiesto durante la homilía que ha pronunciado durante la celebración de la Misa del Gallo en la Basílica de San Pedro del Vaticano, el primero de los ritos litúrgicos en la que es su décima Navidad en el Vaticano.
«En esta Navidad, como le sucedió a Jesús, una humanidad insaciable de dinero, poder y placer tampoco le hace sitio a los más pequeños, a tantos niños por nacer, a los pobres, a los olvidados. Pienso sobre todo en los niños devorados por las guerras, la pobreza y la injusticia», ha exclamado el Pontífice.
Tras tres años de imposiciones sanitarias, el Papa ha retomado el calendario navideño sin mascarillas ni límites de aforo con 70.000 fieles dentro de la basílica de San Pedro.
Francisco ha pedido a los fieles que para encontrar de nuevo el sentido de la Navidad miren «al pesebre» que ha definido como «el signo _no casual_ con el que Cristo entra en la escena del mundo».
También ha alertado frente a «la voracidad» del consumo y la «indiferencia» generada por la prisa de «poseer».
«Mientras los animales en el establo consumen la comida, los hombres en el mundo, hambrientos de poder y de dinero, devoran de igual modo a sus vecinos, a sus hermanos –ha exclamado–. ¡Cuántas guerras! Y en tantos lugares, todavía hoy, la dignidad y la libertad se pisotean. Y las principales víctimas de la voracidad humana siempre son los frágiles, los débiles».
El Pontífice ha subrayado que Jesús llega precisamente como «un niño en el pesebre del descarte y del rechazo». «En Él, niño de Belén, está cada niño. Y está la invitación a mirar la vida, la política y la historia con los ojos de los niños», ha asegurado.
Por otro lado, ha invitado a los fieles a no tener solo «buenos propósitos» y a buscar «una fe concreta, hecha de adoración y de caridad, no de palabrería y exterioridad».
«Él, que se pone al desnudo en el pesebre y se pondrá al desnudo en la cruz, nos pide verdad, que vayamos a la verdad desnuda de las cosas, que depositemos a los pies del pesebre las excusas, las justificaciones y las hipocresías», ha concluido.