(NÓMADA NEWS),- Por Rubén Sandi. La alocución sin ton ni son suele referirse a aquello que se hace fuera de lugar, sin un motivo o causa, sin orden y medida, es decir, cosas fuera de orden, oportunidad u ocasión, cosas que no tienen sentido porque son impertinentes, no obedecen a arbitrio o conocimiento alguno.
En este caso, puede asociarse a lo que sucedió con la presentación de la selección boliviana frente a México, en un partido amistoso que aparentemente debió servir como preparación para su participación en la Copa América.
No se trata de jugar por jugar. Estos partidos deben servir para consolidar una idea de juego, el equipo titular y no para descubrir cómo y en qué posición se desempeña un determinado jugador, porque esa tarea debería estar ampliamente conocida por el seleccionador, que tiene como tarea observar a los futbolistas en la competición local.
Aceptar jugar contra un equipo Sub-23, presentarse con 10 jugadores de un solo equipo, cambiar abruptamente el esquema, de una preferida línea de tres en la defensa a una línea de cuatro, improvisar a jugadores en posiciones no naturales no aporta en nada y solo se considera al partido como una anécdota. Porque no hay conclusiones positivas.
Es también una señal de una falta rotunda de planificación, de previsión, de falta de coordinación. Se hace evidente el distanciamiento entre el director técnico, su equipo de trabajo y el Gerente Deportivo de la Federación Boliviana de Fútbol, un engranaje que en otras latitudes futbolísticas es la base fundamental para avanzar.
A falta de 20 días para el debut en la Copa América esta incertidumbre en lo que hace y piensa el entrenador no contagia ningún entusiasmo. Al contrario, ahonda el pesimismo y proyecta las dudas.
Es cierto, la tarea de la selección no es formar nuevos futbolistas, ese trabajo corresponde a los clubes, pero es responsabilidad del seleccionador nominar a los mejores y armar el equipo titular, aunque, como dice el público, en la cabeza, con el constante seguimiento que debería realizar a los partidos de la competición local y de los pocos jugadores que están en clubes del exterior.
Lo hacen todos los entrenadores de las selecciones nacionales, porque tienen poco tiempo para trabajar con los elegidos, en el mejor de los casos un poco más de cinco días con el equipo completo y mantienen sus perspectivas de candidatos, por el aparente trabajo invisible de seguimiento y, en algunos casos, en coordinación con los directores técnicos de los equipos de los cuales requerirán algunos jugadores,
Los partidos de preparación deben dejar saldos positivos para encadenar etapas de la preparación, contenidas en el cronograma general y no caminar a “tontas y a locas” hacia el derrotero final.
rsl
